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El poder de las Dríadas Celtas
Pero lo que no se sabe tanto es de la presencia de druidas femeninas, sacerdotisas que fueron denominadas Dríadas. Su presencia se limitaba, sobre todo, a las arboledas sagradas en el bosque y cuya existencia podría ser incluso anterior a la aparición de la figura del Druida.
Estas sacerdotisas poderosas se consagraban a diosas celtas. Unas vivían aisladas y sin contacto masculino de ningún tipo y otras podían, según su cargo, convivir con su familia desde donde podía realizar su sagrada manifestación encomendada.
Por supuesto, los Druidas y las Dríadas rendían pleitesía a un superior: El Archidruida o la Suma Sacerdotisa del Bosque. Estos Druidas y Dríadas superiores eran los encargados de mantener el equilibrio en la Orden. Cuando estos faltaban por la llamada de la naturaleza, sus sucesores eran elegidos por méritos de sus Dones.
Antes de que los romanos hicieran acto de presencia en La Galia, la antigua Gran Bretaña y Francia, con intención de conquistar esta extensa tierra y sus habitantes, los Druidas eran un estamento con un gran poder social, político y espiritual. Eran filósofos, jueces, maestros, depositarios de la sabiduría cultural sobre el mundo natural y también de sus tradiciones, y los mediadores entre el mundo espiritual, sus dioses, y los humanos. Por lo que su peso en la sociedad era muy considerado.
Su legado está lleno de misticismo y magia. Aún hoy escuchamos la palabra DRUIDA y no llegamos a visualizar su gran poder, imperando el halo de misterio que lo envuelve ya que su mayor logro fue la de cargar consigo el secreto de generaciones de Druidas a nivel esotérico como la sabiduría de realizar rituales en los que alteraban el tiempo, la consciencia, el nivel de protección de los suyos o materializar lo imposible.